Aclaración.
No se trata de Machiavelli, el funcionario público y político
florentino. La diferencia es una ‘c’ en el apellido y 500 años de
historia, entre otras cosas. Se trata de Macchiavelli, un funcionario
público y político argentino, secretario de Gestión Comunal y Atención
Ciudadana del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y miembro del
partido PRO (Propuesta Republicana).
Tampoco se trata de una
deconstrucción del personaje Macchiavelli sino de su discurso, tomado
en una entrevista exclusiva dada por el funcionario a Periódico VAS y Mi
Belgrano (periódicos de las comunas 1 y 13, respectivamente) en su
despacho de avenida de Mayo 591. ¿Por qué deconstruir la entrevista?
¿Por qué tomarse ese trabajo? Porque éste cronista, después de
escucharla y de leer la desgrabación, la encuentra confusa. No hay un
significado nítido, ni un mensaje importante para transmitir (salvo el
triunfalista: “somos fantásticos, eficientes, estamos haciendo todo
bien”). ¿Por qué tomarse el trabajo? Porque sucede que Macchiavelli
junto a Rodríguez Larreta (jefe de gabinete y también miembro del PRO),
son quienes gobiernan en concreto la Ciudad de Buenos Aires.
La deconstrucción es un
método utilizado por el filósofo Jacques Derrida. Básicamente, consiste
en desmontar algo -en este caso un discurso- para saber cómo esta
hecho. Cuáles son las metáforas, los análisis numéricos, la ideología
desplegada, los juegos retóricos, la gestualidad… cómo se articulan
todas estás piezas, y cuáles son las fuerzas ocultas que las sostienen y
dan significado.
La entrevista.
Llegamos al despacho de Macchiavelli después de pasar dos controles de
seguridad y una puerta blidex. El edificio es de principios del siglo
XX, estilo francés, pero el 6º Piso está decorado como el interior de
una torre de Puerto Madero o Manhattan. Ambiente de tono pastel, piso
flotante, oficinas despojadas. El despacho de Macchiavelli está al final
del corredor ancho donde desembocan las oficinas. Frente a la puerta
hay dos secretarias compartiendo un escritorio que me parece un pequeño
stand de shopping. Nos acompaña un asesor, nos presenta a Macchiavelli.
El lugar es amplio. Un sillón muy mullido color café, de dos cuerpos,
una mesa baja negra, y dos sillas con apoyabrazos, enfrente, haciendo
living. Hay un plasma apagado en la pared, la bandera de la Ciudad con
el escudo de Garay, una mesa con pilas de carpetas y, metros después, el
escritorio de Macchiavelli. El living da a un ventanal con cortinado de
telón blanco y un jardín. El jardín parece de disciplina oriental: un
deck de madera, dos macizos rectangulares de plantas muy verdes, a los
costados del deck, y canteros de cemento con plantas más altas y
oscuras, alrededor del conjunto. Macchiavelli se sienta en el sillón
mullido, de dos cuerpos, y nosotros en las sillas. Queremos saber sobre
el funcionamiento de las Comunas en la Ciudad. Tenemos datos concretos
de que el proceso de descentralización, participación ciudadana y
democracia participativa, no evoluciona. Los comuneros dicen que el
Gobierno no ha dotado a las Comunas con el presupuesto ni los recursos
para que puedan funcionar. Macchiavelli sería el principal responsable
de esta falla, por estar a cargo de la gestión comunal. Iremos hacia ese
tema. Pero para empezar, elegimos preguntar sobre otra de sus
funciones: la atención ciudadana. Dice Macchiavelli:
Recibimos 13.000 llamadas diarias por el 147, en la página web hay
80.000 ingresos diarios, y la mesa de atención al público recibe, en
promedio, 700 personas por día. El 45% de las interacciones son pedidos
de turnos, para hospitales, registro civil, defensa al consumidor,
registro de conducir, el 55% restante corresponde a quejas, reclamos,
sugerencias y pedidos de información.
Los vecinos nos comentan que ingresan su reclamo, pero demora mucho la respuesta.
Estamos en el mejor momento de la historia de la Ciudad, hoy tenemos
un registro absoluto de todo lo que ingresa a la Ciudad. Estamos en un
45% de respuestas en el primer año. En el año 2011 podamos 58.000
árboles, récord en la historia de la Ciudad; son más de los que se
podaron en la ciudad entre el 2000 y el 2007. La Ciudad tiene 500.000
árboles, atendimos al 11% de los árboles de la ciudad. Hubo gente que
pidió una poda y no se hizo, pero hemos hecho una poda record; en
extracciones de árboles tenemos 17.000 pedidos, hacemos 1000 y pico por
año, en años anteriores se hacían ciento y pico.Cuando llegamos, había 21.000 baches; hoy hay 5000. La Ciudad hace 200 aperturas por día, hechas por diferentes contratistas (luz, agua, etc). El 80% de esas aperturas, 6 meses después, se convierten en un bache. ¡Porque hacen mal el trabajo los contratistas! Estamos delegando a las Comunas el poder de policía, para que puedan verificar que las aperturas que se hacen en la vía pública sean legales, hechas por empresas contratistas que cumplan determinadas pautas.
Lo primero que asombra
de este discurso es lo ceñido que está al recurso numérico. Los números
brotan y brotan sin mención de fuentes, indiscutibles y autoritarios, no
para analizar sino para explicar que “estamos en el mejor momento de la
historia de la Ciudad”. Lo segundo, es que no responde a la pregunta
implícita: ¿por qué demora mucho la respuesta al reclamo? Pero además
cambia de tema. Se va literalmente por las ramas, dice: “En el año 2011
podamos 58.000 árboles, récord en la historia de la Ciudad”.
¿Quién le preguntó
sobre los árboles?, pienso mirando el jardín oriental. ¿Cuál es la
lógica de este discurso? ¿Quiere decir que estamos en el mejor momento
de la historia de la Ciudad porque podamos 58.000 árboles? “Hubo gente
que pidió una poda y no se hizo, pero hemos hecho una poda record”.
¿Quiere decir que aunque haya vecinos que no reciban respuestas estamos
en el mejor momento de la historia de la Ciudad?
Es interesante en el
discurso el uso reiterado del verbo podar, que coincide en el presente
indicativo de la primera persona del plural (nosotros podamos) con el
presente subjuntivo del verbo poder de la misma persona (que nosotros
podamos). Hay un complemento involuntario en el discurso desde el
“podamos” (referido a cortar, mutilar, disciplinar) al podemos (nosotros
podemos, referido al poder). Y hay un mensaje intimidatorio que no se
dice explícitamente: Nosotros (el núcleo duro del Gobierno, donde está
Macchiavelli) podemos podar (cortar, mutilar, disciplinar).
La idea de dar “poder
de policía” a las Comunas para inspeccionar baches, muestra algo
subalterno. Hay una metáfora jerárquica en el discurso respecto a las
funciones: Nosotros (arriba) podamos árboles y las Comunas (abajo)
revisan baches.
Muchos vecinos sostienen que el Gobierno no tiene voluntad de descentralizar.
Nosotros creemos, como Gobierno, que la
descentralización es un muy buen camino para mejorar la eficiencia. Pero
si este Gobierno, el de Arequipa o el de Rafaela, tuviera un sistema
por el cual, centralizadamente, te arreglara todas las veredas, te
tapara todos los baches y te podara todos los árboles, creéme que no
existiría una sola voz pidiendo descentralizar. Entonces hay que
disociar la mirada política, de la mirada del vecino, que es el tipo que
está trabajando, que necesita que los subtes funcionen, que los
semáforos funcionen, que no haya baches en la calle y que pueda caminar
por la vereda sin caerse en un pozo. A ése, no le importa la
descentralización…
Yo te invito a que nos paremos en la esquina, y le preguntemos a la gente si sabe lo qué es la descentralización.
No lo sabe nadie.
Te equivocás: el 85% de los vecinos
sabe lo que es. Es un mérito nuestro haberlo conseguido. Gracias a la
difusión que hicimos, porque cuando llegamos a la gestión tan sólo el
17% de los vecinos conocía lo que era la descentralización. Y nosotros
conseguimos que el 100% de los electores voten a las Juntas Comunales.
Nosotros creemos en la descentralización. Y a tal punto creemos en la
descentralización, que este partido -del que yo orgullosamente formo
parte- fue el que promovió la Ley de Comunas. Nuestros votos fueron los
que hicieron posible la Ley de Comunas. Nosotros participamos en el
proceso de generación de la Ley de Comunas. Fue nuestro espacio el que
generó las 46 reuniones en los barrios.
Nosotros llegamos a la política en el
2003, ninguno de los que se rasgaba las vestiduras con el tema de la
descentralización movió un dedo. A partir del 2004 empezamos un proceso,
junto con el partido Socialista, que culminó en el 2005 con la
redacción de la Ley de Comunas, votada y promovida por nuestros
legisladores. Cuando llegamos al gobierno, no había absolutamente nada.
No solo que la gente no sabía, sino que había una definición política,
de todos los espacios políticos anteriores, para no poner en práctica
la Ley de Comunas. Tuvimos que empezar de lo más básico, que fue generar
un mapa oficial de la Ciudad de Buenos Aires, porque el que teníamos
databa de 1976. Hubo que hacer la división oficial de las Comunas.
Tuvimos que generar padrones por Comunas, porque no existían. Todo este
proceso culminó en las elecciones comunales del año pasado.
Asombra el discurso
partidario triunfalista: el ritmo de la arenga de campaña y la
reiteración del “Nosotros”. Macchiavelli no está contestando la
entrevista como funcionario sino como miembro del partido PRO. Cuando
dice “Nosotros”, se refiere a los miembros de ese partido. Con este
encuadre, el Gobierno no existe como entidad pluralista sino como un
espacio de poder ocupado eventualmente por un partido político.
Hay, además, varios
puntos oscuros. ¿Debe estar la descentralización en función de la
eficiencia? ¿O es la descentralización un sistema que, asociado a las
Comunas, promueve la participación del vecino en el gobierno de la
Ciudad? Por otra parte, si al vecino medio que imagina Macchiavelli no
le importa la descentralización a pesar de saber de qué se trata… ¿Por
qué insiste el partido PRO con el tema y se embandera con las Comunas?
¿Hay que disociar la mirada política, de la mirada del vecino?, como
propone Macchiavelli. “Nosotros creemos en la descentralización. Y a tal
punto creemos en la descentralización, que este partido -del que yo
orgullosamente formo parte- fue el que promovió la Ley de Comunas.
Nuestros votos fueron los que hicieron posible la Ley de Comunas”. ¿Las
transformaciones sociales surgen de los procesos populares o de la
ingeniería de los gobernantes?
La cuestión puede parecer oscura. Periódico VAS
consulta a Carlos Wilkinson, del Movimiento Comunero. Wilkinson,
militante por las Comunas desde muchos años antes que naciera el partido
PRO, arroja una luz al respecto:“El proyecto de Ley de Comunas se gestó
en los barrios de Santa Rita y Villa Mitre en los años 90. Tras el 19 y
20 de diciembre de 2001, fue profundizado en las asambleas vecinales
del Mercado Bonpland (Palermo) y de la Mutual Sentimiento (Chacarita).
En el 2003, el diputado Roy Cortina tomó el proyecto de Ley de Comunas.
Macri dijo muchas veces que las Comunas no servían para nada. Recién en
el 2004, cuando Roy Cortina organizó reuniones en cada barrio de la
Ciudad para dar a conocer y buscar la participación de los vecinos, se
sumó el PRO. Y no se sumó de entrada; lo hizo a partir de la quinta
reunión, cuando vio que el asunto crecía”.
El edificio
comunal de la Comuna 1 tiene problemas muy graves, caída de mampostería,
rajaduras… No está habilitado para que pueda funcionar allí el Consejo
Consultivo Comunal (CCC), por ejemplo…
¿Y eso qué tiene que ver con el proceso de descentralización? (se ríe)
Eso tiene que ver con que no hay espacio para que los vecinos se reúnan.
Eso no es cierto, ellos tienen un espacio en el segundo piso. ¿Por qué no vamos ahora y me mostrás adónde están los problemas? (no hace ningún gesto para salir hacia algún lado, ni tampoco espera respuesta)
Y además son dos cosas diferentes: el CCC no forma parte del Poder
Ejecutivo. Nuestra responsabilidad es garantizar que la Junta Comunal
funcione.
¿Pero entonces dónde tiene que funcionar el CCC?
¡No sé dónde tiene que funcionar!… No es función del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (vuelca café en la mesa baja negra).
Es función de la Junta Comunal garantizarle un ámbito físico al CCC, y
de hecho se lo garantizan, porque se reúnen en escuelas, en centros
culturales…
En la Comuna 1 hemos tenido que suspender reuniones porque nos ha faltado el espacio físico.
¡Estás faltando a la verdad! (grita) ¡No
es así! ¡La gente se reúne! Hemos tenido cuatro o cinco reuniones por
cada Comuna. Llevamos 70 y pico de reuniones. No me podés decir que no
se reúnen. Si querés, levanto el teléfono y le preguntamos a la
presidenta de la Junta Comunal 1 cuántas reuniones llevan de CCCs. (no
llama) ¡Estuvo la reunión en la Legislatura! La reunión más grande de
CCC la hizo la Comuna 1 ¡Cómo que no estamos garantizando la
participación!
Esa fue la
primera reunión. La tercera, que se había convocado en la facultad de
Ciencias Sociales, se tuvo que suspender porque nadie garantizó el
espacio. Entonces se pidió el edificio comunal y fue negado por los
mismos juntistas, porque no estaba en condiciones. ¿Conocés eso?
Hay una distancia muy grande entre que
no haya un lugar para funcionar, a que una vez buscamos un lugar y no lo
conseguimos ¡Hay una enorme diferencia discursiva! Esto no pasa en el
100% de las comunas, es un caso especial… Además, no es competencia del
Gobierno de la Ciudad garantizar los espacios para que funcionen los
CCCs, ni para las Comisiones que se formen en esos ámbitos.
Pero volviendo al tema de la
participación de los vecinos, las reuniones de descentralización de los
últimos 15 años, no han juntado más de 100 ó 150 personas. Yo pasé por
los 46 barrios en el año 2004, donde se discutía el articulado de la Ley
de Comunas, que convocaban Roy Cortina del partido Socialista y Rodrigo
Herrera Bravo, que era diputado nuestro, y nunca se juntaron más de 100
ó 120 personas. Ese era el tope del interés que generaba en la
ciudadanía el tema de descentralización. Hoy, en la primera tanda de
reuniones de CCCs, hubo un promedio de 350 personas por comuna. ¡Pasamos
de 100 personas a 5000! ¡No me digas que no estamos haciendo nada,
multiplicamos por 30 la concurrencia! Es cierto que 5000 en una ciudad
de tres millones de habitantes es poco, pero también es cierto que la
tendencia es baja en la Argentina, y baja en el mundo.
Hay cierta agresividad
en el discurso de Macchiavelli, una especie de ataque defensivo. Está a
la defensiva, se imagina atacado, y ataca. Le cuesta aceptar los hechos
que se le plantean con objetividad, los niega o los transforma, los toma
como críticas personales o críticas al partido PRO. Y argumenta con el
análisis numérico. Los números aparecen en el discurso, sin cita de
fuentes, para vanagloriar la gestión. A éste cronista también le cuesta
aceptar que el 85 % de los porteños conozca el concepto político de la
descentralización, pero no cuestiona el dato al entrevistado. Tampoco lo
niega. Lo que sí puede hacer, es examinar detenidamente la última
argumentación numérica del entrevistado.
Los números de Macchiavelli.
Dice Macchiavelli que en el año 2004, “cuando se hacían las reuniones
para discutir el articulado de Ley de Comunas en cada barrio” (proceso
también mencionado por Carlos Wilkinson, más arriba), había en cada
reunión una concurrencia de 100 a 150 personas. Dice Macchiavelli que
“hoy, en la primera tanda de reuniones de CCCs, hubo un promedio de 350
personas por comuna”. Y concluye: “¡Pasamos de 100 personas a 5000! ¡No
me digas que no estamos haciendo nada, multiplicamos por 30 la
concurrencia!”. Lo que no dice Macchiavelli es que la “tanda” de
reuniones en el 2004 fue de 46, una por cada barrio. Esto, a un promedio
de 120 personas por reunión, es 46 x 120 = 5.520 personas (no 100). El
cálculo en el 2012 es correcto, considerando un promedio de 350 personas
y 15 reuniones, una por cada comuna, da una asistencia de 5.250
personas. La conclusión de Macchiavelli es falsa. Hubo en 2004, en el
inicio del proceso de las Comunas, 5.520 personas; y hubo en 2012, en la
primera tanda, 5.250 personas. Los números son equivalentes. No se
multiplicó “por 30 la concurrencia”, gracias a la gestión del partido
PRO.
Pero hay algo más que
Macchiavelli no dice. La concurrencia de los vecinos a los CCCs va en
franco descenso. Este cronista contabilizó en la última reunión de la
Comuna 1 la asistencia de 71 personas; si se toma esta cifra como
promedio, la concurrencia actual en todas las Comunas sería de 1065
personas. ¡Cinco veces menos que al inicio en 2004!
¿Qué pasa con la transferencia de las partidas o del presupuesto a las Comunas?
No hay transferencias de partidas. Hay
transferencia de competencias. Que parece lo mismo, pero que no es lo
mismo. Las partidas van atadas a las competencias. No al revés. La
Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y la ley de Comunas marcan
cuales son las competencias exclusivas de las Comunas y marcan también
cuál es el ámbito en que se generan las competencias concurrentes.
Entonces: por un lado están las cosas que abarcan solamente las Comunas,
y por otro, las cosas que va a hacer el Gobierno central donde va a
tener algún nivel de interacción con las Comunas. En cuanto a las
competencias exclusivas, que están todas relacionadas con el
mantenimiento del espacio público, son básicamente cinco: alumbrado,
baches, espacios verdes, veredas y arbolado. Nosotros hemos presentado
el año pasado un programa de transferencia gradual de competencias, que
estamos ejecutando al pie de la letra y que va a durar dos años.
¿Mientras tanto que hará la Junta Comunal?
¿Me dejás terminar el tema de las
partidas?… Cumpliendo ese programa, nosotros hemos empezado a transferir
competencias, las competencias tienen partidas asociadas. Hay una
interpretación conceptual errónea en creer que administrar una Comuna es
como administrar la casa de uno. Donde uno compra comida si tiene
dinero y si no lo tiene, no. ¡Nosotros transferimos competencias que
tienen asociadas partidas presupuestarias para esa competencia! No es
que yo o el Gobierno de la Ciudad diga: “Muchachos de la Comuna 1,
Cristina Brunet (se refiere a la presidenta de la Junta Comunal 1),
tenés un millón de pesos gastalo en lo que te parezca. ¡No es así! La
Administración Pública cuenta con partidas presupuestarias afectadas a
fines específicos.
Esto quiere decir que cuando, por
ejemplo, transferimos la poda, el proceso tiene tres etapas:
planificación, ejecución y control. ¿Qué es lo que nosotros dijimos en
la Legislatura respecto al programa gradual de transferencias de
competencias? Que le transferíamos en el primer trimestre del 2011, en
el caso de la poda, la planificación; en el tercer trimestre: el
control. En cumplimiento de esto, fue que le dijimos, por ejemplo, a la
Comuna 1, que contaba con la partida y crédito para podar 2234 árboles. Y
lo que hizo la Junta de la Comuna 1 fue decir qué árboles quería podar.
Nosotros recibimos esa información y se la transferimos al Ministerio
de Espacio Público y éste manda la empresa contratada para podar los
árboles.
¿Por qué lo hace el Ministerio de Espacio Público y no las Comunas?
Porque la Ciudad tiene contratos
vigentes. Por eso el proceso de dos años de transferencia no es
caprichoso, responde a la vigencia de los contratos que hoy tiene
vigentes el Gobierno de la Ciudad, que empiezan a vencer partir del año
2013.
Una vez realizada la poda se pasa a la
segunda etapa, la de control. La Junta Comunal junto con el Ministerio
de Espacio Público va a controlar que los árboles “marcados” hayan sido
podados efectivamente. Y bueno, después vendrá un papelito donde tendrán
que poner “el gancho”. Y con ese papel firmado la empresa podrá cobrar
el trabajo.
Ahora vamos a tu pregunta: Si yo soy el
que decido en qué se gastó la plata del Gobierno de la Ciudad, y si con
mi firma decido si se va a pagar o no un trabajo… ¿Decido o no decido
sobre el presupuesto? Sí, decido. La ejecución presupuestaria la decide
la Comuna. Por eso hay que “correrse” del concepto de partida sí o
partida no. Lo importante es que las cosas se hagan, no quién tiene la
billetera. Cuando los contratos terminen en el año 2013, asumirá la
Comuna esa patita que le faltaba: la ejecución. Las Comunas serán
entonces autónomas para contratar la poda que más les convenga.
Lo que se descentralizará es la
capacidad de contratación. La ejecución presupuestaria ya la tienen,
porque en la medida en que yo decido en qué se gasta, y si se paga o no
se paga, tengo el poder, ¿entendés? El único condicionante que tiene
esta etapa de transición, es que las Comunas no pueden elegir las
empresas, porque ya están contratadas.
Así “cerró”
Macchiavelli el tema del presupuesto a las Comunas. Si el discurso
anterior engañaba mediante el análisis numérico, éste engaña mediante el
juego retórico. La explicación de la diferencia entre partidas
presupuestarias y competencias no aclara el tema de fondo. Tampoco se
aclara con la explicación de la diferencia entre competencias exclusivas
y concurrentes. Aquí el discurso pretende una solidez teórica para
sostener la gestión del partido PRO, pero no hay tal solidez. Las cinco
competencias exclusivas que menciona Macchiavelli son una mínima parte
de las consideradas en la Ley de Comunas. Y sobre las competencias
concurrentes, que son muchas y de carácter amplio, según la Ley, no dice
nada.[1] Pero además: donde hay una competencia debe haber un presupuesto, ningún juego retórico puede ocultar eso.
Lo que ocurre, explica Macchiavelli: “es
que la Ciudad tiene contratos vigentes con distintas empresas, que
recién empiezan a vencer partir del año 2013”. Es una pena, qué le vamos
a hacer, parece decir. Y vuelve a irse por las ramas con el asunto de
la poda. Pero esos contratos los firmó el Gobierno de Macri.
Hay una contradicción
flagrante en su discurso. ¿Cómo puede ser que el Gobierno del partido
PRO, creador y promotor de las Comunas desde 2004 -como dice el propio
Macchiavelli-, haya firmado contratos que, precisamente, impidan el
desarrollo de las Comunas?
Periódico VAS
consulta a Claudia Neira, diputada porteña por el partido “Buenos Aires
para Todos” e integrante de la Comisión de Descentralización. “No hay
organismo del Estado que pueda funcionar sin presupuesto”, dice Neira.
“Cuando a un organismo se le niega el presupuesto, se lo está vaciando”.
Y agrega la legisladora: “La descentralización va más allá del
presupuesto que le corresponde a cada comuna, implica una gran reforma
del Estado, donde éste se piensa desde los barrios, desde las comunas, y
no desde el poder central. Y esto es lo que el macrismo obstaculiza. En
definitiva, lo que se está evitando es una reforma del Estado que
tienda hacia una democracia participativa. Eso es lo que no quiere el
macrismo”.
Y si el macrismo no
quiere las Comunas… ¿Qué hace este personaje inverosímil (sentado en ese
mullido sillón color café de un despacho público recién decorado)
defendiendo las Comunas?, se pregunta este cronista. La respuesta llega
como un mazazo. “Si no puedes destruir la causa de tu enemigo, únete a
ella”, decía Machiavelli, el célebre florentino homónimo hace 500 años.
¿Será posible?
Una pequeña historia. El
Gobierno del partido PRO no convocó a elecciones comunales durante el
año 2008, tampoco después. En octubre del 2009 la Legislatura porteña,
impelida por la Justicia, sancionó la ley 3233 que fijó la realización
de elecciones comunales para el 5 de junio de 2011 y obligó al Gobierno
de la Ciudad, entre otras cosas, a iniciar de inmediato un programa
intensivo de difusión y formación pública relacionado con el proceso de
descentralización.
A fines de mayo de
2010, un grupo de vecinos se presentó ante el Superior Tribunal de
Justicia de la Ciudad, y denunció el incumplimiento de la norma por
parte del Ejecutivo porteño. La denuncia derivó en una citación judicial
al Jefe de Gobierno porteño el 14 de julio de ese año, para que informe
y rinda cuentas sobre en el cumplimiento de la Ley de convocatoria a
elecciones comunales. Mauricio Macri no se presentó a la cita judicial.
¿Quién se presentó en su lugar? Nuestro conocido Macchiavelli -por
entonces subsecretario de Atención Ciudadana- fue con sus números y sus
juegos retóricos, ya convertido en un “cruzado” de las Comunas.[1]
¿Pero por qué la
defensa y embanderarse, por qué la cruzada por las Comunas? “Si no
puedes destruir la causa de tu enemigo, únete a ella”, decía el otro
Machiavelli, el astuto florentino, pero no para conciliar y trabajar
juntos sino para destruir esa causa desde adentro. Y eso es lo que está
haciendo el actual Macchiavelli desde su gestión: vaciar el contenido de
las Comunas, negarles presupuesto, limitar sus funciones al
mantenimiento urbano menor… Se nota en los hechos y en las fisuras de su
discurso autoritario, cuando está hablando de las Comunas en tercera
persona y de pronto dice: “yo decido en qué se gasta, y si se paga o no
se paga, tengo el poder, ¿entendés?” (sic).
[1] Ver en la Ley de Comunas Nº 1.777 los artículos 10 y 11, respecto a las concurrencias exclusivas y concurrentes.
[2] Los datos y circunstancias han sido tomados de la nota de Periódico VAS “Fractura en la Tercera Convocatoria a Pre-consejos Consultivos del CGPC1”, publicada el 16 de julio de 2010.
[2] Los datos y circunstancias han sido tomados de la nota de Periódico VAS “Fractura en la Tercera Convocatoria a Pre-consejos Consultivos del CGPC1”, publicada el 16 de julio de 2010.
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