DOS MUERTOS, 1900 EVACUADOS Y CIUDADES COLAPSADAS POR EL TEMPORAL
La lluvia, record para octubre en esa franja horaria, superó la capacidad de absorción en la Ciudad y desbordó ríos y arroyos en el Gran Buenos Aires. Hubo cortes de luz, subtes y trenes parados, daños en autos y derrumbes.
Entre las 3 y las 9 de ayer, en la ciudad de Buenos Aires y su conurbano, cayeron alrededor de 81 milímetros de agua, una medida histórica para el mes en curso. Dos personas fallecieron por incidentes relacionados con el anegamiento y el desborde de ríos y arroyos, mientras se calculaba que había 1900 evacuados en territorio bonaerense. En la Ciudad flotaron y se encimaron varios autos, unos sobre otros, en los barrios de Belgrano, La Boca y Parque Chacabuco; hubo cortes de luz, subtes paralizados por la mañana, semáforos descompuestos y liquidaciones “de temporal” en tiendas de calzado, ropa y telas. Dos viviendas se derrumbaron parcialmente en Constitución. Y en medio del caos una ambulancia no pudo atender el parto de una joven de 18 años en el inundado barrio de Villa Centenario, en Lomas de Zamora, donde Agustín, de tres kilos, tuvo como partera a su abuela.
La primera víctima, de 76 años, falleció de madrugada en su casa en Gregorio de Laferrère, partido de La Matanza, cerca de la esquina de avenida Marconi y Maciel. Según informó el dirigente matancero Luis D’Elía, se llamaba Miguel Anríquez. Estaba durmiendo cuando sintió el agua dentro. “Intentó salvar el televisor, se cayó, quedó atrapado por un mueble y murió ahogado”, relató el hijo de Anríquez. En ese partido se registró la mayor cantidad de evacuados, alrededor de 1200, luego del desborde de un arroyo y del contaminado río Matanza.
Pasado el mediodía, se supo que una mujer había fallecido electrocutada mientras manipulaba un alargue en Lanús, al sur de conurbano, informaron las autoridades municipales. En el partido lindante, Avellaneda, se inundaron las principales avenidas y el agua recién bajó por la tarde, cuando todavía podía verse a los chicos jugando a deslizarse por los alambrados de un sector de la avenida Hipólito Yrigoyen para no pisar los charcos. En Dock Sud la inundación cedió sólo en altura y anoche continuaban anegadas gran parte de las calles cercanas al Riachuelo.
“Desde muy temprano estamos monitoreando con los intendentes las zonas más afectadas, realizando las evaluaciones pertinentes y coordinando el envío de ayuda técnica y material que se requiera”, dijo el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Martín Ferré. Después de La Matanza, los lugares con más evacuados fueron Quilmes, Lomas de Zamora, Pilar, Suipacha, Las Heras, Ezeiza, Chivilcoy, Navarro, San Miguel, Hurlingham y Cañuelas. “No creció el río, pero llovió tanto que la zona por momentos parece una laguna”, describió Oscar, un vecino de la castigada ribera de Quilmes.
Las congestiones de tránsito salpicaron a varias zonas bonaerenses, a la ciudad de Buenos Aires y también a Santa Fe. La Dirección Nacional de Vialidad emitió un alerta por las inundaciones en la avenidas General Paz, Libertador y Mitre e Hipólito Yrigoyen en Avellaneda. Hubo extensas demoras y momentos de colapso en las autopistas del Oeste, La Plata-Buenos Aires y Riccheri. En el sur de Santa Fe fueron cortadas las rutas 11, 9 y 33 de acceso a la ciudad de Rosario. Los trenes con cabeceras en Once, Constitución y Retiro estuvieron suspendidos por la mañana. También hubo complicaciones en los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque.
“El conserje del edificio me avisó a las seis y media que el viento y el agua habían movido algunos coches. Bajé por escaleras porque se había cortado la luz. Al mío lo había dejado estacionado en la puerta y lo encontré a casi tres cuadras y montado arriba de otro auto”, relató Martín Pucci, vecino del barrio porteño de Parque Chacabuco. Como el seguro no quiso hacerse cargo de sacarlo “por si se dañaba el otro auto”, afirmó Pucci, debió hacerlo con la ayuda de otros vecinos, unos palos y un criquet. “Quedó abollada una puerta y tengo todo el motor lleno de agua”, comentó.
Sobre la calle Blanco Encalada, cerca del cruce con Ciudad de la Paz, también hubo autos flotando. “Y en un momento vi un colectivo de la línea 60, que no entiendo por qué tomó esta calle, que perdió el control y se estrelló contra un auto. Encima iba con pasajeros”, relató Marta Massimo, encargada de una remisería en esa cuadra. “Ya perdí dos autos por el temporal en 2004”, aseguró la mujer, que estuvo sin luz durante todo el día. Al lado de su local, dos personas vaciaban el agua del sótano de un edificio con una bomba extractora, impulsada por un generador eléctrico.
En medio de los lamentos e insultos de los comerciantes de Belgrano, un joven iba y venía con unos pesados chapones. “El trabajo me lo pasó un amigo hace un año. Pongo las compuertas a la noche y las saco a la mañana, todos los días. Tengo siete locales en Blanco Encalada y dos en avenida Cabildo”, explicó Diego Oliván, quien trabaja en un local cercano. Las compuertas miden metro y medio y al parecer ayudaron bastante, aunque algo de agua entró. “Los comerciantes ponen estas barreras por la lluvia, pero también por seguridad”, explicó.
Sobre Cabildo, en medio de un caos de tránsito, el agua cedió por la tarde y, como es habitual, los comerciantes salieron a rematar la mercadería mojada. Al menos eso decían. En la zapatería ubicada al 2410 de esa avenida, se vendían pares por 50 y 100 pesos y el encargado dejaba pasar a la clientela en tandas de cinco personas. “Perdimos todo. La alfombra, un montón de zapatos, vamos a tener que empezar de nuevo”, dijo el encargado de Marta Sixto. Eduardo, dueño de un local de ropa sobre Blanco Encalada, esperaba sentado en un banquito, en remera y pantalones cortos, a que volviera la luz. “Cuatro veces se inundó, sólo una vez me pagó el gobierno porteño”, aseguró.
En medio del incesante caminar de curiosos y oportunistas, dos casas de ropa concentraron la atención en Cabildo. Una prometía “todo a 35 pesos”, la otra simplemente anunciaba: “Todo mojado”. En la primera había una larga cola y detrás de la vidriera señoras y señores revolviendo ropa, mientras un encargada pasaba cada tanto para tirar más prendas, algunas nuevas y sin manchas de agua. “No me queda, algo más grande”, gritaba una joven del otro lado de esa vidriera. Adentro del local, su pareja revolvía sin éxito. En la otra tienda, la cola promediaba las 50 personas.
A las 18, el comunero Gustavo Acevedo pasó por las tiendas para dar la mala nueva. “En una hora se va a largar a llover fuerte de nuevo”, decía. Y la tormenta cumplió, por dos horas más. Hoy, la zona metropolitana amanecerá nublada otra vez y, según el Servicio Meteorológico Nacional, hay probabilidad de lluvias, lloviznas y vientos regulares a moderados del Sur. Mañana volvería a salir el sol.
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