05 julio, 2012

La deconstrucción de Macchiavelli Por Rafael Gómez

La deconstrucción de Macchiavelli

Aclaración. No se trata de Machiavelli, el funcionario público y político florentino. La diferencia es una ‘c’ en el apellido y 500 años de historia, entre otras cosas. Se trata de Macchiavelli, un funcionario público y político argentino, secretario de Gestión Comunal y Atención Ciudadana del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y miembro del partido PRO (Propuesta Republicana).
Tampoco se trata de una deconstrucción del personaje Macchiavelli sino de su discurso, tomado en una entrevista exclusiva dada por el funcionario a Periódico VAS y Mi Belgrano (periódicos de las comunas 1 y 13, respectivamente) en su despacho de avenida de Mayo 591. ¿Por qué deconstruir la entrevista?
¿Por qué tomarse ese trabajo? Porque éste cronista, después de escucharla y de leer la desgrabación, la encuentra confusa. No hay un significado nítido, ni un mensaje importante para transmitir (salvo el triunfalista: “somos fantásticos, eficientes, estamos haciendo todo bien”). ¿Por qué tomarse el trabajo? Porque  sucede que Macchiavelli junto a Rodríguez Larreta (jefe de gabinete y también miembro del PRO), son quienes gobiernan en concreto la Ciudad de Buenos Aires.
La deconstrucción es un método utilizado por el filósofo Jacques Derrida. Básicamente, consiste en desmontar algo -en este caso un discurso- para saber cómo esta hecho. Cuáles son las metáforas, los análisis numéricos, la ideología desplegada, los juegos retóricos, la gestualidad… cómo se articulan todas estás piezas, y cuáles son las fuerzas ocultas que las sostienen y dan significado.
La entrevista. Llegamos al despacho de Macchiavelli después de pasar dos controles de seguridad y una puerta blidex. El edificio es de principios del siglo XX, estilo francés, pero el 6º Piso está decorado como el interior de una torre de Puerto Madero o Manhattan. Ambiente de tono pastel, piso flotante, oficinas despojadas. El despacho de Macchiavelli está al final del corredor ancho donde desembocan las oficinas. Frente a la puerta hay dos secretarias compartiendo un escritorio que me parece un pequeño stand de shopping. Nos acompaña un asesor, nos presenta a Macchiavelli. El lugar es amplio. Un sillón muy mullido color café, de dos cuerpos, una mesa baja negra, y dos sillas con apoyabrazos, enfrente, haciendo living. Hay un plasma apagado en la pared, la bandera de la Ciudad con el escudo de Garay, una mesa con pilas de carpetas y, metros después, el escritorio de Macchiavelli. El living da a un ventanal con cortinado de telón blanco y un jardín. El jardín parece de disciplina oriental: un deck de madera, dos macizos rectangulares de plantas muy verdes, a los costados del deck, y canteros de cemento con plantas más altas y oscuras, alrededor del conjunto. Macchiavelli se sienta en el sillón mullido, de dos cuerpos, y nosotros en las sillas. Queremos saber sobre el funcionamiento de las Comunas en la Ciudad. Tenemos datos concretos de que el proceso de descentralización, participación ciudadana y democracia participativa, no evoluciona. Los comuneros dicen que el Gobierno no ha dotado a las Comunas con el presupuesto ni los recursos para que puedan funcionar. Macchiavelli sería el principal responsable de esta falla, por estar a cargo de la gestión comunal. Iremos hacia ese tema. Pero para empezar, elegimos preguntar sobre otra de sus funciones: la atención ciudadana. Dice Macchiavelli:
Recibimos 13.000 llamadas diarias por el 147, en la página web hay 80.000 ingresos diarios, y la mesa de atención al público recibe, en promedio, 700 personas por día. El 45% de las interacciones son pedidos de turnos, para hospitales, registro civil, defensa al consumidor, registro de conducir, el 55% restante corresponde a quejas, reclamos, sugerencias y pedidos de información.
Los vecinos nos comentan que ingresan su reclamo, pero demora mucho la respuesta.
Estamos en el mejor momento de la historia de la Ciudad, hoy tenemos un registro absoluto de todo lo que ingresa a la Ciudad. Estamos en un 45% de respuestas en el primer año. En el año 2011 podamos 58.000 árboles, récord en la historia de la Ciudad; son más de los que se podaron en la ciudad entre el 2000 y el 2007. La Ciudad tiene 500.000 árboles, atendimos al 11% de los árboles de la ciudad. Hubo gente que pidió una poda y no se hizo, pero hemos hecho una poda record; en extracciones de árboles tenemos 17.000 pedidos, hacemos 1000 y pico por año, en años anteriores se hacían ciento y pico.
Cuando llegamos, había 21.000 baches; hoy hay 5000. La Ciudad hace 200 aperturas por día, hechas por diferentes contratistas (luz, agua, etc). El 80% de esas aperturas, 6 meses después, se convierten en un bache. ¡Porque hacen mal el trabajo los contratistas! Estamos delegando a las Comunas el poder de policía, para que puedan verificar que las aperturas que se hacen en la vía pública sean legales, hechas por empresas contratistas que cumplan determinadas pautas.
Lo primero que asombra de este discurso es lo ceñido que está al recurso numérico. Los números brotan y brotan sin mención de fuentes, indiscutibles y autoritarios, no para analizar sino para explicar que “estamos en el mejor momento de la historia de la Ciudad”. Lo segundo, es que no responde a la pregunta implícita: ¿por qué demora mucho la respuesta al reclamo? Pero además cambia de tema. Se va literalmente por las ramas, dice: “En el año 2011 podamos 58.000 árboles, récord en la historia de la Ciudad”.
¿Quién le preguntó sobre los árboles?, pienso mirando el jardín oriental. ¿Cuál es la lógica de este discurso? ¿Quiere decir que estamos en el mejor momento de la historia de la Ciudad porque podamos 58.000 árboles? “Hubo gente que pidió una poda y no se hizo, pero hemos hecho una poda record”. ¿Quiere decir que aunque haya vecinos que no reciban respuestas estamos en el mejor momento de la historia de la Ciudad?
Es interesante en el discurso el uso reiterado del verbo podar, que coincide en el presente indicativo de la primera persona del plural (nosotros podamos) con el presente subjuntivo del verbo poder de la misma persona (que nosotros podamos). Hay un complemento involuntario en el discurso desde el “podamos” (referido a cortar, mutilar, disciplinar) al podemos (nosotros podemos, referido al poder). Y hay un mensaje intimidatorio que no se dice explícitamente: Nosotros (el núcleo duro del Gobierno, donde está Macchiavelli) podemos podar (cortar, mutilar, disciplinar).
La idea de dar “poder de policía” a las Comunas para inspeccionar baches, muestra algo subalterno. Hay una metáfora jerárquica en el discurso respecto a las funciones: Nosotros (arriba) podamos árboles y las Comunas (abajo) revisan baches.
Muchos vecinos sostienen que el Gobierno no tiene voluntad de descentralizar.
Nosotros creemos, como Gobierno, que la descentralización es un muy buen camino para mejorar la eficiencia. Pero si este Gobierno, el de Arequipa o el de Rafaela, tuviera un sistema por el cual, centralizadamente, te  arreglara todas las veredas, te tapara todos los baches y te podara todos los árboles, creéme que no existiría una sola voz  pidiendo descentralizar. Entonces hay que disociar la mirada política, de la mirada del vecino, que es el tipo que está trabajando, que necesita que los subtes funcionen, que los semáforos funcionen, que no haya baches en la calle y que pueda caminar por la vereda sin caerse en un pozo.  A ése, no le importa la descentralización…
Yo te invito a que nos paremos en la esquina, y le preguntemos a la gente si sabe lo qué es la descentralización.
No lo sabe nadie.
Te equivocás: el 85%  de los vecinos sabe lo que es. Es un mérito nuestro haberlo conseguido. Gracias a la difusión que hicimos, porque cuando llegamos a la gestión tan sólo el 17% de los vecinos conocía lo que era la descentralización. Y nosotros conseguimos que el 100% de los electores voten a las Juntas Comunales. Nosotros creemos en la descentralización. Y a tal punto creemos en la descentralización, que este partido -del que yo orgullosamente formo parte- fue el que promovió la Ley de Comunas. Nuestros votos fueron los que hicieron posible la Ley de Comunas. Nosotros participamos en el proceso de generación de la Ley de Comunas. Fue nuestro espacio el que generó las 46 reuniones en los barrios.
Nosotros llegamos a la política  en el 2003, ninguno de los que se rasgaba las vestiduras con el tema de la descentralización movió un dedo. A partir del 2004 empezamos un proceso, junto con el partido Socialista, que culminó en el 2005 con la redacción de la Ley de Comunas, votada y promovida por nuestros legisladores.  Cuando llegamos al gobierno, no había absolutamente nada. No solo que la gente no sabía,  sino que había una definición política, de todos los espacios políticos anteriores, para no poner en práctica la Ley de Comunas. Tuvimos que empezar de lo más básico, que fue generar un mapa oficial de la Ciudad de Buenos Aires, porque el que teníamos databa de 1976.  Hubo que hacer la división oficial de las Comunas. Tuvimos que generar padrones por Comunas, porque no existían. Todo este proceso culminó en las elecciones  comunales del año pasado.
Asombra el discurso partidario triunfalista: el ritmo de la arenga de campaña y la reiteración del “Nosotros”. Macchiavelli no está contestando la entrevista como funcionario sino como miembro del partido PRO. Cuando dice “Nosotros”, se refiere a los miembros de ese partido. Con este encuadre, el Gobierno no existe como entidad pluralista sino como un espacio de poder ocupado eventualmente por un partido político.
Hay, además, varios puntos oscuros. ¿Debe estar la descentralización en función de la eficiencia? ¿O es la descentralización un sistema que, asociado a las Comunas, promueve la participación del vecino en el gobierno de la Ciudad? Por otra parte, si al vecino medio que imagina Macchiavelli no le importa la descentralización a pesar de saber de qué se trata… ¿Por qué insiste el partido PRO con el tema y se embandera con las Comunas? ¿Hay que disociar la mirada política, de la mirada del vecino?, como propone Macchiavelli. “Nosotros creemos en la descentralización. Y a tal punto creemos en la descentralización, que este partido -del que yo orgullosamente formo parte- fue el que promovió la Ley de Comunas. Nuestros votos fueron los que hicieron posible la Ley de Comunas”. ¿Las transformaciones sociales surgen de los procesos populares o de la ingeniería de los gobernantes?
La cuestión puede parecer oscura. Periódico VAS consulta a Carlos Wilkinson, del Movimiento Comunero. Wilkinson, militante por las Comunas desde muchos años antes que naciera el partido PRO, arroja una luz al respecto:“El proyecto de Ley de Comunas se gestó en los barrios de Santa Rita y Villa Mitre en los años 90. Tras el 19 y 20 de diciembre de 2001, fue profundizado en las asambleas vecinales del Mercado Bonpland (Palermo) y de la Mutual Sentimiento (Chacarita). En el 2003, el diputado Roy Cortina tomó el proyecto de Ley de Comunas. Macri dijo muchas veces que las Comunas no servían para nada. Recién en el 2004, cuando Roy Cortina organizó reuniones en cada barrio de la Ciudad para dar a conocer y buscar la participación de los vecinos, se sumó el PRO. Y no se sumó de entrada; lo hizo a partir de la quinta reunión, cuando vio que el asunto crecía”.
El edificio comunal de la Comuna 1 tiene problemas muy graves, caída de mampostería, rajaduras… No está habilitado para que pueda funcionar allí el Consejo Consultivo Comunal (CCC), por ejemplo…
¿Y eso qué tiene que ver con el proceso de descentralización? (se ríe)
Eso tiene que ver con que no hay espacio para que los vecinos se reúnan.
Eso no es cierto, ellos tienen un espacio en el segundo piso. ¿Por qué no vamos ahora y me mostrás  adónde están los problemas? (no hace ningún gesto para salir hacia algún lado, ni tampoco espera respuesta) Y además son dos cosas diferentes: el CCC no forma parte del Poder Ejecutivo. Nuestra responsabilidad es garantizar que la Junta Comunal funcione.
¿Pero entonces dónde tiene que funcionar el CCC?
¡No sé dónde tiene que funcionar!… No es función del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (vuelca café en la mesa baja negra). Es función de la Junta Comunal garantizarle un ámbito físico al CCC, y de hecho se lo garantizan, porque se reúnen en escuelas, en centros culturales…
En la Comuna 1 hemos tenido que suspender reuniones porque nos ha faltado el espacio físico.
¡Estás faltando a la verdad! (grita) ¡No es así! ¡La gente se reúne! Hemos tenido  cuatro o cinco reuniones  por cada Comuna. Llevamos 70 y pico de reuniones. No me podés decir que no se reúnen. Si querés, levanto el teléfono y le preguntamos a la presidenta de la Junta Comunal 1 cuántas reuniones llevan de CCCs. (no llama) ¡Estuvo la reunión en la Legislatura! La reunión más grande de CCC la hizo la Comuna 1 ¡Cómo que no estamos garantizando la participación!
Esa fue la primera reunión. La tercera, que se había convocado en la facultad de Ciencias Sociales, se tuvo que suspender porque nadie garantizó el espacio. Entonces se pidió el edificio comunal y fue negado por los mismos juntistas, porque no estaba en condiciones. ¿Conocés eso?
Hay una distancia muy grande entre que no haya un lugar para funcionar, a que una vez buscamos un lugar y no lo conseguimos ¡Hay una enorme diferencia discursiva! Esto no pasa en el 100% de las comunas, es un caso especial… Además, no es competencia del Gobierno de la Ciudad garantizar los espacios para que funcionen los CCCs, ni para las Comisiones que se formen en esos ámbitos.
Pero volviendo al tema de la participación de los vecinos, las reuniones de descentralización de los últimos 15 años, no han juntado más de 100 ó 150 personas. Yo pasé por los 46 barrios en el año 2004, donde se discutía el articulado de la Ley de Comunas, que convocaban Roy Cortina del partido Socialista y Rodrigo Herrera Bravo, que era diputado nuestro, y nunca se juntaron más de 100 ó 120 personas. Ese era el tope  del interés que generaba en la ciudadanía el tema de descentralización. Hoy, en la primera tanda de reuniones de CCCs, hubo un promedio de 350 personas por comuna. ¡Pasamos de 100 personas a 5000! ¡No me digas que no estamos haciendo nada, multiplicamos por 30 la concurrencia! Es cierto que 5000 en una ciudad de tres millones de habitantes es poco, pero también es cierto que la tendencia es baja en la Argentina, y baja en el mundo.
Hay cierta agresividad en el discurso de Macchiavelli, una especie de ataque defensivo. Está a la defensiva, se imagina atacado, y ataca. Le cuesta aceptar los hechos que se le plantean con objetividad, los niega o los transforma, los toma como críticas personales o críticas al partido PRO. Y argumenta con el análisis numérico. Los números aparecen en el discurso, sin cita de fuentes, para vanagloriar la gestión. A éste cronista también le cuesta aceptar que el 85 % de los porteños conozca el concepto político de la descentralización, pero no cuestiona el dato al entrevistado. Tampoco lo niega. Lo que sí puede hacer, es examinar detenidamente la última argumentación numérica del entrevistado.
Los números de Macchiavelli. Dice Macchiavelli que en el año 2004, “cuando se hacían las reuniones para discutir el articulado de Ley de Comunas en cada barrio” (proceso también mencionado por Carlos Wilkinson, más arriba), había en cada reunión una concurrencia de 100 a 150 personas. Dice Macchiavelli que “hoy, en la primera tanda de reuniones de CCCs, hubo un promedio de 350 personas por comuna”. Y concluye: “¡Pasamos de 100 personas a 5000! ¡No me digas que no estamos haciendo nada, multiplicamos por 30 la concurrencia!”. Lo que no dice Macchiavelli es que la “tanda” de reuniones en el 2004 fue de 46, una por cada barrio. Esto, a un promedio de 120 personas por reunión, es 46 x 120 = 5.520 personas (no 100). El cálculo en el 2012 es correcto, considerando un promedio de 350 personas y 15 reuniones, una por cada comuna, da una asistencia de 5.250 personas. La conclusión de Macchiavelli es falsa. Hubo en 2004, en el inicio del proceso de las Comunas, 5.520 personas; y hubo en 2012, en la primera tanda, 5.250 personas. Los números son equivalentes. No se multiplicó “por 30 la concurrencia”, gracias a la gestión del partido PRO.
Pero hay algo más que Macchiavelli no dice. La concurrencia de los vecinos a los CCCs va en franco descenso. Este cronista contabilizó en la última reunión de la Comuna 1 la asistencia de 71 personas; si se toma esta cifra como promedio, la concurrencia actual en todas las Comunas sería de 1065 personas. ¡Cinco veces menos que al inicio en 2004!
¿Qué pasa con la transferencia de las partidas o del presupuesto a las Comunas?
No hay transferencias de partidas. Hay transferencia de competencias. Que parece lo mismo, pero que no es lo mismo. Las partidas van atadas a las competencias. No al revés. La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y la ley de Comunas marcan cuales son las competencias exclusivas de las Comunas y marcan también cuál es el ámbito en que se generan las competencias concurrentes. Entonces: por un lado están las cosas que abarcan solamente las Comunas, y por otro, las cosas que va a hacer el Gobierno central donde va a tener algún nivel de interacción con las Comunas. En cuanto a las competencias exclusivas, que están todas relacionadas con el mantenimiento del espacio público, son básicamente cinco: alumbrado, baches, espacios verdes, veredas y arbolado. Nosotros hemos presentado el año pasado un programa de transferencia gradual de competencias, que estamos ejecutando al pie de la letra y que va a durar dos años.
¿Mientras tanto que hará la Junta Comunal?
¿Me dejás terminar el tema de las partidas?… Cumpliendo ese programa, nosotros hemos empezado a transferir competencias, las competencias tienen partidas asociadas. Hay una interpretación conceptual errónea en creer que administrar una Comuna es como administrar la casa de uno. Donde uno compra comida si tiene dinero y si no lo tiene, no. ¡Nosotros transferimos competencias que tienen asociadas partidas presupuestarias para esa competencia! No es que yo o el Gobierno de la Ciudad diga: “Muchachos de la Comuna 1, Cristina Brunet (se refiere a la presidenta de la Junta Comunal 1), tenés un millón de pesos gastalo en lo que te parezca. ¡No es así! La Administración Pública cuenta con partidas presupuestarias afectadas a fines específicos.
Esto quiere decir que cuando, por ejemplo, transferimos la poda, el proceso tiene tres etapas: planificación, ejecución y control. ¿Qué es lo que nosotros dijimos en la Legislatura respecto al programa gradual de transferencias de competencias? Que le transferíamos en el primer trimestre del 2011, en el caso de la poda, la planificación; en el tercer trimestre: el control. En cumplimiento de esto, fue que le dijimos, por ejemplo, a la Comuna 1, que contaba con la partida y crédito para podar 2234 árboles. Y lo que hizo la Junta de la Comuna 1 fue decir qué árboles quería podar. Nosotros recibimos esa información y se la transferimos al Ministerio de Espacio Público y éste manda la  empresa contratada para podar los árboles.
¿Por qué lo hace el Ministerio de Espacio Público y no las Comunas?
Porque la Ciudad tiene contratos vigentes. Por eso el proceso de dos años de transferencia no es caprichoso, responde a la vigencia de los contratos que hoy tiene vigentes el Gobierno de la Ciudad, que empiezan a vencer partir del año 2013.
Una vez realizada la poda se pasa a la segunda etapa, la de control. La Junta Comunal junto con el Ministerio de Espacio Público va a controlar que los árboles “marcados” hayan sido podados efectivamente. Y bueno, después vendrá un papelito donde tendrán que poner “el gancho”. Y con ese papel firmado la empresa podrá cobrar el trabajo.
Ahora vamos a tu pregunta: Si yo soy el que decido en qué se gastó la plata del Gobierno de la Ciudad, y si con mi firma decido si se va a pagar o no un trabajo… ¿Decido o no decido sobre el presupuesto? Sí, decido. La ejecución presupuestaria la decide la Comuna. Por eso hay que “correrse” del concepto de partida sí o partida no. Lo importante es que las cosas se hagan, no quién tiene la billetera. Cuando los contratos terminen en el año 2013, asumirá la Comuna esa patita que le faltaba: la ejecución. Las Comunas serán entonces autónomas para contratar la poda que más les convenga.
Lo que se descentralizará es la capacidad de contratación. La ejecución presupuestaria ya la tienen, porque en la medida en que yo decido en qué se gasta, y si se paga o no se paga, tengo el poder, ¿entendés? El único condicionante que tiene esta etapa de transición, es que las Comunas no pueden elegir las empresas, porque ya están contratadas.
Así “cerró” Macchiavelli el tema del presupuesto a las Comunas. Si el discurso anterior engañaba mediante el análisis numérico, éste engaña mediante el juego retórico. La explicación de la diferencia entre partidas presupuestarias y competencias no aclara el tema de fondo. Tampoco se aclara con la explicación de la diferencia entre competencias exclusivas y concurrentes. Aquí el discurso pretende una solidez teórica para sostener la gestión del partido PRO, pero no hay tal solidez. Las cinco competencias exclusivas que menciona Macchiavelli son una mínima parte de las consideradas en la Ley de Comunas. Y sobre las competencias concurrentes, que son muchas y de carácter amplio, según la Ley, no dice nada.[1] Pero además: donde hay una competencia debe haber un presupuesto, ningún juego retórico puede ocultar eso.
Lo que ocurre, explica Macchiavelli: “es que la Ciudad tiene contratos vigentes con distintas empresas, que recién empiezan a vencer partir del año 2013”. Es una pena, qué le vamos a hacer, parece decir. Y vuelve a irse por las ramas con el asunto de la poda. Pero esos contratos los firmó el Gobierno de Macri.
Hay una contradicción flagrante en su discurso. ¿Cómo puede ser que el Gobierno del partido PRO, creador y promotor de las Comunas desde 2004 -como dice el propio Macchiavelli-, haya firmado contratos que, precisamente, impidan el desarrollo de las Comunas?
Periódico VAS consulta a Claudia Neira, diputada porteña por el partido “Buenos Aires para Todos” e integrante de la Comisión de Descentralización. “No hay organismo del Estado que pueda funcionar sin presupuesto”, dice Neira. “Cuando a un organismo se le niega el presupuesto, se lo está vaciando”. Y agrega la legisladora: “La descentralización va más allá del presupuesto que le corresponde a cada comuna, implica una gran reforma del Estado, donde éste se piensa desde los barrios, desde las comunas, y no desde el poder central. Y esto es lo que el macrismo obstaculiza. En definitiva, lo que se está evitando es una reforma del Estado que tienda hacia una democracia participativa. Eso es lo que no quiere el macrismo”.
Y si el macrismo no quiere las Comunas… ¿Qué hace este personaje inverosímil (sentado en ese mullido sillón color café de un despacho público recién decorado) defendiendo las Comunas?, se pregunta este cronista. La respuesta llega como un mazazo. “Si no puedes destruir la causa de tu enemigo, únete a ella”, decía Machiavelli, el célebre florentino homónimo hace 500 años. ¿Será posible?
Una pequeña historia. El Gobierno del partido PRO no convocó a elecciones comunales durante el año 2008, tampoco después. En octubre del 2009 la Legislatura porteña, impelida por la Justicia, sancionó la ley 3233 que fijó la realización de  elecciones comunales para el 5 de junio de 2011 y obligó al Gobierno de la Ciudad, entre otras cosas,  a iniciar de inmediato un programa intensivo de difusión y formación pública relacionado con el proceso de descentralización.
A fines de mayo de 2010, un grupo de vecinos se presentó ante el Superior Tribunal de Justicia de la Ciudad, y denunció el incumplimiento de la norma por parte del Ejecutivo porteño. La denuncia derivó en una citación judicial al Jefe de Gobierno porteño el 14 de julio de ese año, para que informe y rinda cuentas sobre en el cumplimiento de la Ley de convocatoria a elecciones comunales. Mauricio Macri no se presentó a la cita judicial. ¿Quién se presentó en su lugar? Nuestro conocido Macchiavelli -por entonces subsecretario de Atención Ciudadana- fue con sus números y sus juegos retóricos, ya convertido en un “cruzado” de las Comunas.[1]
¿Pero por qué la defensa y embanderarse, por qué la cruzada por las Comunas? “Si no puedes destruir la causa de tu enemigo, únete a ella”, decía el otro Machiavelli, el astuto florentino, pero no para conciliar y trabajar juntos sino para destruir esa causa desde adentro. Y eso es lo que está haciendo el actual Macchiavelli desde su gestión: vaciar el contenido de las Comunas, negarles presupuesto, limitar sus funciones al mantenimiento urbano menor… Se nota en los hechos y en las fisuras de su discurso autoritario, cuando está hablando de las Comunas en tercera persona y de pronto dice: “yo decido en qué se gasta, y si se paga o no se paga, tengo el poder, ¿entendés?” (sic).

[1] Ver en la Ley de Comunas Nº 1.777 los artículos 10 y 11, respecto a las concurrencias exclusivas y concurrentes.
[2] Los datos y circunstancias han sido tomados de la nota de Periódico VAS Fractura en la Tercera Convocatoria a Pre-consejos Consultivos del CGPC1”, publicada el 16 de julio de 2010.

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